Capítulo 1: La Abuela María

Chapter 1: Abuela María (English Version)

Esta es la historia de una familia numerosa.

Hace 97 años, en la isla mas grande de las Antillas, María Rodríguez Pombo fue casada con Jacobo Varela.

María, con tan solo 16 años, había regresado de España a su nativa Cuba para concretar el matrimonio que sus padres arreglaron para ella con un conocido de ellos de la Coruña.

María y Jacobo ya se habían conocido en España antes del casamiento. Jacobo era un hombre bueno y dueño de un rancho y una panadería en Quemado de Güines, en la provincia de Villa Clara en Cuba. La unión entre los dos fue favorable y fructífera, juntos tuvieron 10 hijos (en orden): Joseito, Segundo, Tercero (fallecido), América Emilia, Carmen (Carmita), Jacobo (Jacobito), María (Mari), Rafaela Nicolasa (Fela), Marta y Aleida.

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De izquierda a derecha: America, Abuela María embarazada de Aleida, Marta (cargada), Carmita, Fela, Mari, y Jacobito.

Mientras Jacobo atendía las tierras que había comprado en Quemado de Güines, María y los nueve niños vivían a cinco horas de Escandón a caballo. A pesar de que en aquel entonces las mujeres no tenían derecho a trabajar y ella era ama de casa, nunca desistía de oportunidades para generar ingresos que sustentaran a su familia.

Con la ayuda de América, la mayor de las niñas, se cuidaban los niños mas pequeños. Joseito y Segundo, los mayores, trabajaban en las tiendas del pueblo o en cualquier cosa que emergiera. María y Jacobito, que solamente tenia 6 años, cortaban leña y la vendían para hacer carbón en el pueblo de al lado.

Además de sus labores como matriarca, María se conocía por sus comidas deliciosas que podían hacer llorar al que tuviera el placer de deleitarlas. En Escandón, los dueños y trabajadores de la Central hacían fila afuera de su casa con hojas de plátano para probar su sazón. En aquellos tiempos, ella no se imaginaba que su vida y la de sus hijos estaba a punto de cambiar.

Pocos años después, el gobierno Cubano decreto que todo aquel que todavía tuviera ciudadanía Española y no Cubana se le negaba el derecho de mantener sus tierras en el país. María y los nueve niños vivían en el rancho de su padre, un Español de los que hablaba la ley. Era momento de que todos fueran a Quemado de Güines a reunirse con Jacobo una vez mas.

Desafortunadamente, lo mismo volvió a pasar con el rancho de Jacobo, y la familia completa, con la excepción de América, se mudo para La Habana.

Muchos años después, un domingo en la tarde, en una conversación entre la nieta mayor y la tataranieta de María (las dos que llevan también su nombre), su nieta la recordaría como una señora robusta y bajita–muy dulce. Siempre durmiendo a sus nietos y bisnietos en un sillón fuera de la casa en la cual nacerían tres generaciones más. Pero bueno, me estoy adelantando. Regresemos a nuestra historia.

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De izquierda a derecha: Marta, Abuela María, Mari, America.

En el año 1939 la familia Varela se encontraba en el reparto de Curasao en la Ciudad de la Habana. Poco tiempo después construyeron una pequeña casa de madera para todos en Alturas de Belén.

Para sostener a su familia, Joseito, Segundo y Jacobito todos trabajaban, mientras que las niñas ayudaban a María en las tareas del hogar. Frente a la casa, Jacobo construyo un huerto enorme que era la envidia de los vecinos y de donde mucha de la alimentación de su familia venia.

Un buen día, un señor llamado Rafael Ángel Salas Cañizares se antojo del terreno donde estaba la casa de madera de los Varela.

María se encontraba en casa cuando un señor gordo y bigotudo se apareció en la puerta.

“Señora, usted y todos los que viven en esta casa necesitan irse ya. Salas Cañizares desea construir su casa aquí.”

Salas Cañizares era el jefe de la policía nacional de la Ciudad de la Habana durante la dictadura de Fulgencio Batista. Era conocido no solamente por su represión brutal de revolucionarios y opositores a la dictadura de Batista, pero también por ser un asesino. Su sangre corría fría por sus venas y pocos tenían suerte al desafiarlo.

María sabia estos datos importantes sobre Cañizares, pero en ese momento pensó en su familia.

“Mire señor, usted le puede decir a Salas Cañizares que yo lo siento mucho pero mi familia necesita un lugar donde vivir. Nosotros somos muy pobres y no tenemos donde ir. No podemos.”

El señor la miro fijamente y le dijo “Yo soy Salas Cañizares.”

María trago en seco, sus manos frías y sudadas, queriendo que por arte de magia pudiera desaparecer. Pero en ese instante misericordioso, una energía mas poderosa que aquella de la que ella poseía, le dio al asesino una onza de bondad.

“Esta bien,” dijo Cañizares. “Entiendo que es muy pobre y no se puede ir de aquí, pero este lugar es donde yo deseo construir mi casa. Me dicen que usted es muy buena cocinera. Le voy a hacer un trato: usted le cocinara a mis trabajadores, y en cambio de su labor, yo le construiré una casa donde podrá vivir con su familia.”

Y así, querido lector, fue como se fundo una casa donde no solo vivirían los Varela, si no también tres generaciones mas, cada una con sus descendientes.

Fue en aquel lugar donde María Rodríguez Pombo y Jacobo Varela vivieron el resto de sus días, durmiendo a sus nietos y bisnietos en sus piernas mientras cantaban canciones.

Es ahí donde continua la historia de esta familia numerosa.

Esta historia es parte de una serie sobre la vida de las matriarcas de mi familia. 

 

6 responses to “Capítulo 1: La Abuela María”

  1. Karla, eres una joven ejemplar y muy talentosa. Por este medio, motivas para que otros tratemos de hacer algo similar, escribiendo e ilustrando las vivencias de nuestras familias. Es una sabia manera de perpetuar esas memorias y hacer que sean conocidas por las nuevas generaciones. Gracias por compartir tu publicación.

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